...Y LA PAZ NO ERA SINO UNA POSTURA DEL CUERPO...
1-
Por un momento quiero que mi cabeza desacelere las cosas
que las imágenes no sólo se detengan, sino que se erosionen.
Una cabeza siendo un borrador cubierto de Liquid Paper.
Como una postal extravagante, sórdida,
un hombre parado
debajo de un arco,
hecho de tres cañas ensambladas
con un cordel de hilo blanco,
por sus ojos una cinta verde
con pequeñas rasgaduras
atraviesa, recortando escenas
que se filtran a su visión:
una puesta de sol en invierno, tímido, ceniciento
aisladas superficies de yuyos quebradizos,
brisas enrulando los residuos del basurero
al costado del baldío convertido en canchita.
Lo que las breves líneas en la venda censuran:
un señor pelado, papada, traje color caqui
sosteniendo un rifle en dirección al hombre de la postal.
Pum!! Pum!!
Si es un recuerdo, o un deliberado trabajo sobre fantasmas,
lo de menos.
Pum!! Pum!!
Que las imágenes se amontonen unas a otras,
se acoplen hasta ser un engrudo que tapen la vista:
que solamente pueda observar
las arrugas de una sonrisa exagerada
del hombre bajo el arco
una sonrisa sin contexto:
su infancia jugando en la intemperie de un descampado .
Centelleos felices de una mancha de Liquid Paper
bajo la luz de una lámpara.
2-
“Que el cielo exista, aunque no sea un lugar para nosotros”
Vi, entonces,
un baldío,
donde el dueño de la pelota
delegaba con ternura
la elección de los jugadores;
donde eran las nueve, las diez,
las once y media de la noche,
no había postes de luz
pero el sol no decaía en su iluminación,
nunca, nunca;
cuando un partido acababa,
inmediatamente comenzaba otro,
como si en lugar de cambiar jugadores
se cambiaran equipos
-y ninguno renegara, ni uno-
¿Te conté alguna vez ésto?
¿No lo hice?
Perdón, tres veces perdón.
Vi un baldío
finalmente
donde el gordito
no sólo jugaba de titular,
jugaba, y era delantero
jugaba, era delantero, y en el último minuto
hacía el gol de chilena más preciso
de la historia del fútbol mundial.
No puedo no haberte dicho esto:
vi ese baldío,
y era el lugar perfecto
para sonreír.
Es todo lo que tengo para decir.
Por un momento quiero que mi cabeza desacelere las cosas
que las imágenes no sólo se detengan, sino que se erosionen.
Una cabeza siendo un borrador cubierto de Liquid Paper.
Como una postal extravagante, sórdida,
un hombre parado
debajo de un arco,
hecho de tres cañas ensambladas
con un cordel de hilo blanco,
por sus ojos una cinta verde
con pequeñas rasgaduras
atraviesa, recortando escenas
que se filtran a su visión:
una puesta de sol en invierno, tímido, ceniciento
aisladas superficies de yuyos quebradizos,
brisas enrulando los residuos del basurero
al costado del baldío convertido en canchita.
Lo que las breves líneas en la venda censuran:
un señor pelado, papada, traje color caqui
sosteniendo un rifle en dirección al hombre de la postal.
Pum!! Pum!!
Si es un recuerdo, o un deliberado trabajo sobre fantasmas,
lo de menos.
Pum!! Pum!!
Que las imágenes se amontonen unas a otras,
se acoplen hasta ser un engrudo que tapen la vista:
que solamente pueda observar
las arrugas de una sonrisa exagerada
del hombre bajo el arco
una sonrisa sin contexto:
su infancia jugando en la intemperie de un descampado .
Centelleos felices de una mancha de Liquid Paper
bajo la luz de una lámpara.
2-
“Que el cielo exista, aunque no sea un lugar para nosotros”
Vi, entonces,
un baldío,
donde el dueño de la pelota
delegaba con ternura
la elección de los jugadores;
donde eran las nueve, las diez,
las once y media de la noche,
no había postes de luz
pero el sol no decaía en su iluminación,
nunca, nunca;
cuando un partido acababa,
inmediatamente comenzaba otro,
como si en lugar de cambiar jugadores
se cambiaran equipos
-y ninguno renegara, ni uno-
¿Te conté alguna vez ésto?
¿No lo hice?
Perdón, tres veces perdón.
Vi un baldío
finalmente
donde el gordito
no sólo jugaba de titular,
jugaba, y era delantero
jugaba, era delantero, y en el último minuto
hacía el gol de chilena más preciso
de la historia del fútbol mundial.
No puedo no haberte dicho esto:
vi ese baldío,
y era el lugar perfecto
para sonreír.
Es todo lo que tengo para decir.
2 comentarios:
yo pasaba por aca
Un honor la pasada.
¿Y cómo la trataron las criaturas que acá con-viven? Espero que muy bien, así sigue visitando.
Esa foto tuya me mira muy fijamente. Me intimida.
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