Esta noche es como casi todas la noches
desde hace un mes:
yo y al frente la pantalla albina del ordenador de Word.
Cierto,
a cuadras de casa pasa uno de los últimos trenes
que aún circulan por nuestra ciudad.
Cuando puedo escuchar el bocinazo de esa mole
cierro los ojos e imagino un suicida postrado
en los rieles, mirando de frente al primer vagón
sonriente ante la estúpida insistencia de la bocina.
Pero esas cosas sólo suceden en Bs As.
Cierto es que a cuadras de casa se mantiene
uno de los últimos trenes de la ciudad,
pero cierto es también que nunca viaja
a ningún lado,
y que sus ruidos terminan apagándose
a un costado de las cosas.
Todo lo que es inútil tiene como destino
el costado de los cuerpos y las cosas.
Esta noche es como casi todas la noches
desde hace un mes.
Sólo que hoy al terminar de escribir
voy a arrodillarme e imaginar el golpe mortífero
de una trompada de acero a 90 Km por hora.
Voy a dormirme sobre el mosaico del comedor
con el esbozo de una sonrisa,
y recrear entre sueños el diálogo que tuve
con mi último juguete:
“Si te vas, llevame con vos. No me dejés con el mostruo”
Pero todo lo que es inútil, pesado, maduro
-se ha dicho-
termina anclado en el mundo.
Para luego caer rendido
a un costado de las cosas
/PARADA FINAL/
No se puede escuchar desde lejos
la mente apenas si es esponjosa
y no puede acomodarse en los intersticios de las cosas.
Pero desde acá-el presente-
podemos ver los labios de Madre
que se abren, cierran, abren y vuelven a cerrarse
como una dilatada promesa.
Imagino lo siguiente:
Una pareja llega a su casa del interior de provincia
y al entrar al comedor
encuentran a la niñera sentada sobre la mesa
y su bebé horneado con una manzana en la boca. La niñera sonríe.
¿si el relato maravilla uno siente culpa o puede aceptar
la alegría gratuita de rodear tanta mierda,
como la posibilidad de una redención de mosca?
Allá mientras tanto
la escena continúa pero es lo mismo
porque a veces las personas siguen avanzando
al sentir sus piernas pesadas hundirse. En vano.
Una Madre al costado de una cama de hospital privado
repite una oración por su hijo internado.
Nos acercamos como un zoom lento y progresivo
pero es imposible, lo que ahí pasa nos es ajeno
Lo más fino, inasible de los recuerdos son las palabras
porque jamás pertenecieron a su tiempo
y no alcanzaron a tatuarse sobre las cosas.
Eso pasa con las palabras,
si se pierden es porque nacieron innecesarias.
Recuerdo, esto sí:
Abuela me contó la anécdota de la niñera
con gustos culinarios alternativos, lo hizo
mientras hervía en una olla gigante de aluminio
el arroz con leche que luego serviría con canela
en unos hermosos bolls de cerámica gris.
Era una de esas tardes hermosas de otoño en Arguello
donde ser su nieto era un regalo brillante y nuevo
que ostentaría a cualquier compañero de la primaria.
A seis cuadras de mi casa pasa el tren que nunca va ningún lado.
Arranca, hace diez cuadras hacia una dirección
luego arranca y retrocede las mismas diez cuadras.
¿Cuál es el recorrido entre Javi-nene acompañando a su abuela
y el que ahora en la imagen despierta descubriendo a su mamá
Dormida a su costado con una foto suya de bebé y un rosario rodeándola?
Suena la bocina del tren que emprende su vuelta,
para alguien ese viaje minúsculo sintetiza un sentido fosforescente.
Algunos hechos quedan en una muestra permanente adentro de una vidriera
en un negocio que año tras años aumenta su precio,
y nosotros
día a día
cada vez más somos más pobres.
-...¿y ahora que el tren funciona nuevamente?...-
4 comentarios:
Ya que el poema es espantoso, al menos podrías dignarte a mejorar tu ortografía: es "olla", no "hoya".
Listo. Modificado, señorita.
¿Algo más?
Besos..
hola rama cómo andas? a mi me gusto mucho la primera parte,
pero no soy parametro, sé muy poco de poesía, solo leo de Maigua y ahora la tuya
abrazos
¿Dónde leí este poema?
No importa. Coincido con Fabio que la primera parte es más fuerte. Me quedo con estos versos:
"Todo lo que es inútil tiene como destino
el costado de los cuerpos y las cosas"
Son hermosos.
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