"...vengo a hablarte de una generación que quizá no existió..."
-primera parte-
"¿Había árboles afuera, lampiño? No, había tierra
¿Había un pueblo?
No, había tierra
¿Había gente, y animales?
No, había tierra
desierta
bíblica"
Martín Rodriguez Lampiño
-1-
En la vereda voy a buscar el día amaneciendo
las cosas que pierden y recobran sus formas.
Y me encuentro con un muerto: a los muertos
se los esquiva con los recuerdos. O con los juegos.
Cara o seca
la moneda se detiene paralela al suelo
destella unos segundos que valen La Historia
y pienso: cuando jugábamos era a todo o todo
en una guerra donde la derrota es expulsada
al ostracismo de los imposibles
lo que manda es la histeria. Jugamos a la revolución
lo que nos duró el tiempo libre de un ocio compartido
la líbido y los músculos del cuerpo.
¿Te acordás Santiago que en el baldío
el de los yuyos incinerados
el que ahora terminó convertido
en Instituto de aprendizaje de Lengua y Cultura Oriental
en el baldío ese del fuego el humo y la intemperie
leíamos las estadística del Olé para el Gran Dt
el anti-cristo de Nietzsche y el libro rojo de Mao?
Cara o Seca. ¿Cuándo fue que decidimos no elegir
ninguno de los lados?
A un costado del baldío, una casona a medio terminar
el sol filtrándose por los escombros
definía el lugar de cada elemento
y por prolongación el nuestro
Ibamos a convertirnos en militantes: el segundo día
más caluroso del planeta nos fuimos transformando
en animales inocentes, vulnerables
asombrosamente tiernos:
en el claro central de la construcción sin techo
éramos unos ángeles albinos de la nueva era
sosteniendo el fuego del Desierto
En la vereda voy a buscar el día amaneciendo
las cosas que pierden y recobran sus formas.
Y me encuentro con un muerto: a los muertos
se los esquiva con los recuerdos. O con los juegos.
Cara o seca
la moneda se detiene paralela al suelo
destella unos segundos que valen La Historia
y pienso: cuando jugábamos era a todo o todo
en una guerra donde la derrota es expulsada
al ostracismo de los imposibles
lo que manda es la histeria. Jugamos a la revolución
lo que nos duró el tiempo libre de un ocio compartido
la líbido y los músculos del cuerpo.
¿Te acordás Santiago que en el baldío
el de los yuyos incinerados
el que ahora terminó convertido
en Instituto de aprendizaje de Lengua y Cultura Oriental
en el baldío ese del fuego el humo y la intemperie
leíamos las estadística del Olé para el Gran Dt
el anti-cristo de Nietzsche y el libro rojo de Mao?
Cara o Seca. ¿Cuándo fue que decidimos no elegir
ninguno de los lados?
A un costado del baldío, una casona a medio terminar
el sol filtrándose por los escombros
definía el lugar de cada elemento
y por prolongación el nuestro
Ibamos a convertirnos en militantes: el segundo día
más caluroso del planeta nos fuimos transformando
en animales inocentes, vulnerables
asombrosamente tiernos:
en el claro central de la construcción sin techo
éramos unos ángeles albinos de la nueva era
sosteniendo el fuego del Desierto
con los ojos adjuntados al terrible sol.
Sobre el borde inferior de la ventana frontal
de mi casa, Pucky, mi gata extiende su lomo
es imposible adivinar sus pensamientos
pequeños bostezos en la mente.
Afuera hay un mundo con una niebla
que se pega a las cosas y las abandona también
en el límite del mundo mi gata
acaricia una certeza de los elementos
que intenta transmitir, que no puede
y que abandona después.
Cara o seca. Y la moneda era falsa
tenía más de dos lados
los tenía a todos: el único importante
el lado con nuestros rostros pegados.
¿Te acordás Santiago que en el Partido
sólo había lugar para un “nosotros”
todos compañeros
navegantes extraviados en una isla abandonada
donde sólo había oscuridad unánime
compañeros sin caras agarrados de las manos
escuchando el aullido el viento y el furor de las ansias?
Cara y Seca, Santiago
y la moneda era falsa
el único lado que interesaba era el de nuestras rostros
enfrentados,
en las cofradías de los profetas sólo se declina
una primera persona del plural subrayada
esa mantita cobijante del Nosotros
pero es bueno recordarlo ahora
en una lápida es ley terrenal
sólo cabe un nombre ajustado: Santiago.
¿Cuánta muerte cabe en una voz?
Ninguna. Cuando las palabras
sostienen un cadáver, la voz no es ya humana
Cara o seca. Desperté buscando el amanecer
Sobre el borde inferior de la ventana frontal
de mi casa, Pucky, mi gata extiende su lomo
es imposible adivinar sus pensamientos
pequeños bostezos en la mente.
Afuera hay un mundo con una niebla
que se pega a las cosas y las abandona también
en el límite del mundo mi gata
acaricia una certeza de los elementos
que intenta transmitir, que no puede
y que abandona después.
Cara o seca. Y la moneda era falsa
tenía más de dos lados
los tenía a todos: el único importante
el lado con nuestros rostros pegados.
¿Te acordás Santiago que en el Partido
sólo había lugar para un “nosotros”
todos compañeros
navegantes extraviados en una isla abandonada
donde sólo había oscuridad unánime
compañeros sin caras agarrados de las manos
escuchando el aullido el viento y el furor de las ansias?
Cara y Seca, Santiago
y la moneda era falsa
el único lado que interesaba era el de nuestras rostros
enfrentados,
en las cofradías de los profetas sólo se declina
una primera persona del plural subrayada
esa mantita cobijante del Nosotros
pero es bueno recordarlo ahora
en una lápida es ley terrenal
sólo cabe un nombre ajustado: Santiago.
¿Cuánta muerte cabe en una voz?
Ninguna. Cuando las palabras
sostienen un cadáver, la voz no es ya humana
Cara o seca. Desperté buscando el amanecer
y me topé con un muerto. En la ventana
mi gata en el piso mi perra.
Una de ellas tendría que hacerse cargo del poema.
Una de ellas tendría que hacerse cargo del poema.