"...bajo la nieve, se respira..."
A Miranda
1-
La partera dijo
Falta de melanina
Me llaman Blanquito
y no traigo la resta sino la suma:
en mí el poder el reino y la gloria.
Falta de melanina
Me llaman Blanquito
y no traigo la resta sino la suma:
en mí el poder el reino y la gloria.
2-
El medioambiente no me es hostil
ni mi madre me cuida de los daños
Los mesías se mandan a guardar
cuarenta día y cuarenta noches.
Estoy esperando un eclipse, la oscuridad
mi cuerpo marinado comenzará a hervir
sobre el aceite de estas ciudades.
El medioambiente no me es hostil
ni mi madre me cuida de los daños
Los mesías se mandan a guardar
cuarenta día y cuarenta noches.
Estoy esperando un eclipse, la oscuridad
mi cuerpo marinado comenzará a hervir
sobre el aceite de estas ciudades.
3-
Me llaman Blanquito.
Sobre mi piel pueden tatuarse
todas las posibilidades.
No cargo una falta sino el exceso:
los médicos lo saben y por eso
me incluyen en sus tratados
de Patología Clínica.
No describen, se defienden.
Hacen bien.
Me llaman Blanquito.
Sobre mi piel pueden tatuarse
todas las posibilidades.
No cargo una falta sino el exceso:
los médicos lo saben y por eso
me incluyen en sus tratados
de Patología Clínica.
No describen, se defienden.
Hacen bien.
4-
En un monasterio de la China antigua
hay colgado un cuadro del taoísmo Zen:
un lienzo puro sin ningún trazo.
Forma parte de una serie que escenifica
el sendero de la disolución y el arribo al Tao
Quienes miran el lienzo blanco
aprehenden una totalidad en reposo.
Un visitante de ese monasterio al verme
quiso compararme con el cuadro.
Me llaman Blanquito, le dije,
y no soy una pintura conceptual.
Soy un hongo atómico en su clímax explosivo.
No traigo ni la paz ni el sosiego.
En un monasterio de la China antigua
hay colgado un cuadro del taoísmo Zen:
un lienzo puro sin ningún trazo.
Forma parte de una serie que escenifica
el sendero de la disolución y el arribo al Tao
Quienes miran el lienzo blanco
aprehenden una totalidad en reposo.
Un visitante de ese monasterio al verme
quiso compararme con el cuadro.
Me llaman Blanquito, le dije,
y no soy una pintura conceptual.
Soy un hongo atómico en su clímax explosivo.
No traigo ni la paz ni el sosiego.