lunes, 8 de marzo de 2010

"...en algún lado alguien no marca mi número, ni lo va a marcar..."


"Sé que
El amor que te deseo es mejor
Que el amor que te profeso."

Emanuel Rodriguez



¿Cuántas oportunidades tengo
antes de perder del todo el juego?

Son las cinco de la mañana.
Afuera hasta el tacho de la basura
es una promesa
de un universo más completo.
Esas cosas que suceden afuera
cuando uno está irremediablemente adentro.

El celular arrojado en la mesa
se confunde con la pereza de los demás objetos.
Si yo me dejara caer en ese lugar
difícilmente alguien pueda distinguirme
en ese catálogo de cosas ociosas
Pienso esto, y pregunto:
¿Cuántas chances me ofrecieron
antes de enrostrarme un “Game over”
titilando sobre mi frente pálida?

Ahora lo sé:
La energía mueve sólo los cuerpos
con dirección de remitente.
Y yo no tengo la más mínima idea
de a dónde voy.


Siguen siendo las cinco de la mañana.
Los elementos básicos de la materia
resuelven una huelga permanente,
y lo que sigue funcionando es su advertencia:
“tenés actitud de gitano. Pasás de lo oscuro
A lo más claro”

¿Me sobran manos en el juego?
¿No se guarda para siempre una carta oculta
la posibilidad de arremete cualquier
partida terminada?
Quiero pensar que sí. Quiero creer.
Tener fe en ese comodín meditando
en su soledad de monasterio
el momento oportuno para aparecer
y desquiciarlo todo.

Afuera hasta la lámina de hoja más fina
está plagada de capas. Afuera es un espacio
hipertrofiado de oportunidades.
Espero paciente alguna noticia,
cuanto más lejana mejor.
Esto que soy yo es una bóveda marina,
una cavidad oceánica aguardando
voces extraterrestres
que caen empinadas a lo largo
de toda la vía láctea.
Lo que hay en mi cabeza no es luminosidad:
es una resignación tapada con polvo de estrellas.

-en eso te vas transformando: en pensamientos empañados-

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