miércoles, 19 de enero de 2011

"...de todos los lados, elijo ninguno..."

Apoyás la cabeza en la ventana

que da a la avenida

mirás pasar los trolebuses

y contás los asientos vacíos

el tiempo no es el resultado exacto

de asientos sin ocupar que sumás al final del día

pero se le parece bastante. Esperás

una llamada al celular

de alguien que tenga algo que decir:

nada importante, apenas unas palabras

que tarden más de diez segundos

en convertirse en impulso nervioso sin forma

en tu mente. Imaginás que tu cerebro a esta altura

debe ser como una tormenta eléctrica de un atardecer

en septiembre. Y te molesta pero no tanto,

uno siempre está al costado de alguna línea

mirando la secuencia de la realidad

avanzar sin ningún guiño cómplice

que invite a intervenir.

Seguís espiando los cables sobre la avenida

y te repetís que no hay nada de qué quejarse

pero que si tuvieras un Delorean

volverías al pasado

harías todo exactamente igual

sólo que con un segundo de retardo.



miércoles, 5 de enero de 2011




Una nena jugando a la orilla de un mar




Estoy en un patio. Eso es un estado de cosas.
Pero lo que yo quiero es un poema que hable
de vos y de mí, sin nombrarnos:
el único modo de entrar en una habitación
es saliendo primero de ella.
Y todo esto no lo pienso ni lo digo.
Estoy en un patio que es el tuyo
pero bien podría ser el de todo el mundo;
y eso no es un estado de cosas, es un deseo.
La gradiente de luminosidad del sol va ascendiendo
y un catálogo de objetos comienza a desfilar
por los senderos de la vista:
pileta, macetas, árboles, sillas , quincho
personas, cuasi-personas, animales y enanos de jardín.
Estoy en un patio repleto de cosas, saturado
pero eso un dato que no me interesa
veo sólo un espacio hueco, una esfera color mate
aguardando el arrebato y la conquista.
No te voy a gritar, pero lo susurro:
el sol está moviendo las cosas como en una secuencia fría
de un film francés de la Nouvelle Vague
en el que vos harías de heroína sufriente,
y antes y durante y después de la cámara, una cosa: tu cara
lo único que no se inmuta al recibir los rayos de luces;
en un patio sigo notando cómo el sol deforma
los contornos de las plantas, la consistencia del agua
y tu rostro de heroína de
Hiroshima mon amour
- Vos no viste nada-
, lento, quieto, ceremonioso, esquiva la metamorfosis
más acá de la luz y del mundo, esperás. ¿Qué?
Un color, una fuerza, una mano o algo dulce
que logre hacerte arrancar y correr desaforada
ya sin dirección y sin preguntas,
montada a la serenidad de la afirmación.
Estoy en un patio. Eso es un hecho, un estado de cosas
como que el jardín está saturado de objetos;
pero vos estás un paso detrás de la vida
y no me queda otra opción que retroceder, salir de la habitación:
aquí un espacio desierto, ahuecado
aguarda el movimiento descompasado de tus piernas
comenzando a trazar líneas flúor de velocidad,
tejiendo una red de seres que no vacilan
en quemar todas sus energías internas
para alcanzar todo lo que pueden ser, y aún más;
aquí un desierto liso que cuenta los minutos como yo
para que encendás el motor de tus ansias
para que colmés el espacio de electricidad
y risas y dicha y felicidad. Más acá del mundo esperás eso.
Estoy en un patio. Eso es un lamentable estado de cosas.
Más acá de los hechos, desde tu trinchera
esto es una playa,
y vos una nena jugando a la orilla del mar
mientras le hacés señas de luces a un paraíso alienígena.

Foto: Lucas Moreno