jueves, 12 de mayo de 2011





Conservadurismo




Al final de la calle nos esperaba
como es costumbre
otra calle
hay cosas que cambian
y otras que no,
como por ejemplo
esa noche en la que te mordías
las uñas mientras planeabas la más piadosa
manera de destruir el futuro
(sí, suena pretencioso, era sólo
nuestro futuro. Sigo protegiendo
mi cuerpo temblando en la
grandilocuencia de algunas palabras)

Decías que tenías que cambiar, tomar
otro rumbo, actuar como si hoy
fuera el último de tus días. Al final de esa noche
nos esperaba otra noche, luego otro día
y otra noche. La secuencia aburrida del calendario.
Aún hoy me pregunto si seguiríamos actuando del
mismo modo si abandonáramos la inclinación
melodramática por el Apocalipsis;
si arriesgaríamos tanto
sabiendo que ni hoy ni mañana serán
el último día, que habrá otro y otro
y otro, hasta la eternidad de nuestro hartazgo.
Quizá habría que comenzar a vivir
con otras unidades de tiempo
Quizá habría que aprender que al final de la calle
nos espera otra calle
que hay cosas que cambian
y otras, muchas, demasiadas,
que no.