lunes, 31 de agosto de 2009

-...BUCEABA COMO SURFEANDO, PERO AL REVÉS...-
/1/
Tallado sobre una roca de sal:

Una ola, buscar
una ola para escalarla
y sintonizar, entonces, ya ahí,
las posturas con el bamboleo de su materia
el riesgo, intuyo, como última escala de la fe.
Las pierna- de repente- asumiendo una musculatura impensable
con sus fibras como cables fluors, incandescentes
unas tuberías de metal flexible
ensanchándose hasta una explosión
que haga un “Kabúm” contenido,
la forma del sonido puro.
Hechos una misma sensación, sol y mar
lo único que asume contorno, es esa ola imaginaria
desperezándose como un rascacielos,
que luego se tuerce, y desafía, y se aquieta
como un garfio imposible.
Escalarla,
escalarla, entonces,
surfear su fuerza de agua soberbia por tres días seguidos
hasta que los muslos, los abdominales, incluso los párpados
deriven hacia espasmos regulares,
hasta que los calambres vuelvan insensible el cuerpo,
y caer, luego, sin epílogos,
de la tabla hacia abajo,
donde sol y mar son una misma sensación:
la de un exceso contenido.

/2/
Apagó el Mp 4.
Los contornos de esa playa
eran los más estables
que jamás había visto.
El mar,
un resumidero de basura, vegetación marina y pestilencia.
Gritó, sólo para corroborar que ahí, ahí,
eco no había.
Nada.
La marea más adormecida, paralítica.
Prendió el Mp 4.
Pensó en algo terrible y hermoso,
algo que llegó a la mitad de una frase
cuando el grito afónico de Cobain
estalló del silencio.
Un grito lleno de basura, vegetación marina y pestilencia.


/3/
Escena:
Un nene llora en la playa.
Y aplausos.

No se me ocurre recuerdo más cruel.
Hubo explicaciones, está claro.
Que se hicieron nómades, y perdí.
También debe quedar claro.

Cada letra que tipeo, desde entonces,
en un poema
se escucha a medias,
porque en el mismo momento
retumba como un eco siempre olvidado
un llanto desconsolado, y un público festivo.


/4/
Tirarme al mar sin saber nadar,
que unos delfines me alcen en sus lomos
terminar en una isla desierta abanicado
por sirenas de prístinos rostros,
tetas firmes y abdómenes contorneados.
Tirarme al mar helado de Villa Gesell
sin saber nadar,
flotar en sus fosilizadas metáforas y relatos.

/5/
Villa Gesell, Pinamar, Necochea, Punta del Este
Florianópolis, Bombas y Bombinhas:
¿Alguien coje, mata, llora, escribe, escupe, ama,
en eso lugares cuando no es verano?
¿Existen cuando El licenciado en Hotelería y Turismo
cierra los ojos?
Estos interrogantes acrecientan mi úlcera,
agrandan mi ventana e iluminan la vereda que está debajo.


/6/
Un nene llora,
un adolescente se cae de su tabla de Surf
otro duerme inconsciente
al lado de un melón cortado a la mitad,
unos gritos venden choclo amantecado
dos pendejas siguen los pasos de la instructora de aeróbic
mientras dos pendejos las siguen con la vista a ellas,
una ola de siete metros que asoma
quebrando la línea del horizonte
pronta a caer y limpiarlo todo.
La playa, sus maquetas, el lenguaje, los cuerpos, el poema.
Todo.
Salvo el nene que llora, ahora
sin aplausos, y deja oír mejor las letras.

/7/
Post-scriptum:

Lo que quiero,
es hacer buceo, que es como
surfear,
pero al revés.
Sin aplausos ni lucimientos ni estrellato.

Las mareas golpean
las playas solitarias
de Guantánamo.

Bucear,
hasta llegar a la arena.
Hacer un castillito,
que ningún grandote pueda voltear.

Las mareas golpean
la puerta de mi pieza,
lo que quiero es abrir los ojos
mientras leo mis poemas,
y que no me arda.

Bucear,
Bucear,
Bucear.
Lo que quiero es hacer burbujas
hasta que una última explote en la superficie,
y todos piensen que me ahogué.
Y seguir buceando.

lunes, 24 de agosto de 2009

-...UNA NENA JUANDO A LA ORILLA DEL MAR HACE SEÑAS DE LUCES A UN PARAISO ALIENÍGENA...-


sábado, 15 de agosto de 2009


LEVANTEMOS LA CARA, PONGAMOS EL ROSTRO SERIO Y ALISTEMOS TODA LA FUERZA DE LA MENTE


Hagamos de cuenta que les voy a contar
algo con suma importancia.
Levantemos la cara, pongamos rostros serios
y alistemos toda la fuerza de la mente para
convivir con el secreto que supuestamente les revelaría
un poema. Padre murió por la sobra de compañía.
Así como suena, abuso de relaciones terminaron
por deshilachar el tejido de su existencia,
y así como vivió se esfumo: como un murmullo dirigido para todos.
Cuando era chico y aún pensaba que el mundo tenía
túneles ocultos para aventurarse en las siestas heladas
mi Padre me resultaba fascinante, como una foto movida
o una frase que se intentó borrar con nerviosismo.
Luego terminé por aceptar que no había ningún misterio,
que sus idas y venidas en casa resultaban en idas y venidas a otras casas
-una realidad paralela con otro hijo y otra esposa-
El planeta tenía infinidad de túneles solo que cada uno terminaba
en una habitación conocida con gente cercana: el mundo
proyectado por delante termina siendo una producción en serie
del álbum familiar con el que cargamos en la espalda.

Sí, lo sé, quizá sólo figuré escenas reconocibles
un hijo con un padre con otros hijos de varias madres.
Un Cliché que desde un principio adelanté sería tal
y quien avisa no traiciona y esas cosas.
Pero hay algo, algo quizá raro:
en el funeral de Padre fueron todas las personas que consumieron
sus días, meses y años hasta limarle cada ángulo de su cuerpo.
No hubo uno solo de esos individuos que no llorara, ni yo mismo
y por un momento fue como si entre todos armáramos un enorme
rompecabezas que visto desde un satélite espacial
terminara formando la imagen
de una madriguera imposible, extensa e incaminable.
En ese momento afirmé que cada hueco conducía
a una faceta de mi Padre en uno de esos hogares ajenos:
las pupilas verdosas húmedas ante la primera palabra de su hijo
terminando en un orgasmo sobre unas tetas que no me amamantaron
el rictus abstracto de su cuerpo muerto observado por otra persona.
Si tuviera que dejar una herencia a alguien sería el mapa de esa madriguera
el enredo de túneles ocultos en mi infancia,
el murmullo dirigido a todos que fue la vida de Padre.
Pero esto es un poema, y vamos a fingir que transmití algo
aunque eso nadie pueda terminar de comprobarlo
.

-Nico Bertona-